Este párrafo de una carta de Jorge Luis Borges a su amada Estela Canto, lo puedo aplicar, sin duda alguna, a nuestra relación: la mía con todos los que estáis al otro lado de la pantalla. Romperse no, por supuesto, pero sí cansar y por ello, vamos a darnos unas vacaciones durante el próximo mes de agosto y así reencontrarnos con fuerzas renovadas para el próximo "curso".
La receta que os voy a enseñar hoy me traslada a los mejores años de mi vida: la infancia. Es un plato que mi madre preparaba solamente en días muy especiales, primero por el precio y segundo porque era laborioso. Creo que tenía más influencia lo primero que lo segundo, ya que ella nunca fue perezosa para la cocina. Si nos queremos poner estupendos podemos llamarles "chuletas villeroy", pero a sabiendas de que no lo son.
INGREDIENTES
16 chuletitas con "palo"

Pimienta
1 o 2 huevos
Pan rallado
Aceite
Para la bechamel:
30 gr de aceite
75 gr de harina
1/2 litro de leche
Sal, pimienta y nuez moscada
MODO DE HACERLO
Salpimentamos las chuletas y las freímos (poco) en un fondo de aceite. Dejamos escurrir y reservamos. Mientras enfrían hacemos la bechamel:
Tostamos la harina en el aceite y dejamos enfriar. Calentamos la leche con la sal, la pimienta y la nuez moscada y la vamos echando sobre la mezcla de harina tostada, poco a poco y revolviendo. Puede sobrar leche, porque ha de quedar una bechamel espesa. Cuando las chuletas estén completamente frías las vamos envolviendo por la bechamel caliente, agarradas por el palo. Dejamos enfriar en una fuente. Las freímos rebozándolas en huevo y pan rallado.
Con una ensalada de escarola con granada, está completo el plato.
¡¡HASTA PRONTO!!
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