Esta receta debía de dárosla más adelante ya que, de momento, no hay materia prima, pero me temo que, cuando llegue agosto, se me vaya la olla y nos quedemos, un año más, sin preparar este néctar de dioses.
El guindo, que es el árbol que da las guindas, es de la misma familia que el cerezo, pero sus frutos son más rojos, más pequeños y con menos rabo. La guinda es menos carnosa que la cereza, pero su pulpa es muy porosa, lo que permite que se empape muy bien del licor y resulta sabrosísima, una vez pasado un tiempo prudencial de maceración.
Durante años lo he elaborado y lo he degustado.
INGREDIENTES
1 litro de buen aguardiente
1 kg de guindas
1/2 kg de azúcar
1 palo de canela
5 granos de café
Un clavel rojo (optativo)
MODO DE HACERLO
Se lavan las guindas y se les quita el rabito. Se colocan en un frasco de cristal, se añade el azúcar, la canela, el café y si queréis el clavel, esto último con objeto de potenciar el color rojo. Echamos el aguardiente y revolvemos, operación que haremos cada día hasta que se disuelva el azúcar.
Una vez llegado a este punto, dejamos que reposen en un sitio oscuro (despensa o mueble) un mínimo de tres meses, aunque lo ideal es un año.
Yo soy partidaria de hacerlas en frasco de boca ancha para poder cogerlas con facilidad, de lo contrario tendréis que "pescar" las guindas con aguja de calcetar, lo que no deja de tener su "aquel". Si queréis poneros finísimos, servís el aguardiente en una licorera preparada a tal efecto y las guindas en recipiente aparte.
Esta receta se puede hacer con cerezas, pero el resultado no es el mismo.
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