Este postre es típico de la Cuaresma y de Semana Santa y podíamos decir que es una receta de aprovechamiento. Se trata de pan, remojado en leche, rebozado en huevos, frito y cubierto de azúcar. Parece ser que la elaboración de las torrijas se remonta a la época de los romanos que las preparaban con una especie de galletas bañadas en leche, fritas y aderezadas con miel.
No quiero engañaros, pero una torrija aporta más de 500 calorías, ya que todos los ingredientes, excepto la canela son ricos en grasas y/o carbohidratos. La única solución para que estos elementos no se aposenten en nuestro cuerpo serrano, es "quemarlos" haciendo un poco más de ejercicio, por ejemplo: ir de costalero/a transportando el "paso" procesional de más peso, vestirse de "capuchón" y sudar la gota gorda, hacer el recorrido de la procesión más larga de vuestro lugar de residencia o vacaciones a paso de marcha.... Sólo son unas ideas.
INGREDIENTES
Una barra de pan de 250 gr de un día o dos antes
1/2 litro de leche
125 gr de azúcar
1 rama de canela
Un trozo de cáscara de limón
4 huevos
Aceite de oliva
Azúcar y canela en polvo
MODO DE HACERLO
Se corta la barra en rebanadas de unos 2 cm de grosor y se colocan en una fuente honda. Se hierve la leche con el azúcar, la canela y la cáscara de limón. Cuando esté templada se vierte por encima del pan con ayuda de una cuchara. Esto es mejor hacerlo el día anterior para que se absorba bien la leche. Posteriormente se va rebozando cada rebanada en huevo batido y se fríen en aceite caliente. Observaréis que utilizo aceite de oliva en contra de mi costumbre de hacer la repostería con girasol, pero es que están mucho más ricas. Se escurren sobre un papel de cocina y se van colocando en la fuente de servir. Se espolvorean de azúcar y canela y se toman frías o calentitas.

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